Discipulado 1 - Tercera Seccion: Fundamentos de la vida Cristiana
Lecciòn 30 - La Idolatria.
Objetivo:
Hacer conocer al discípulo este pecado que ha sido considerado por Dios como el pecado más grave hacia su persona a lo largo de toda la historia de la humanidad. La idolatría es similar al adulterio, pero traicionando a Dios.
Introducción:
ÍDOLO n. m. Objeto inanimado al que se considera dotado de poderes sobrenaturales y al que se rinde culto.(1)
Por consiguiente, un ídolo es una representación material de algo o alguien que se cree que es un dios, o que ocupa el lugar que debe ocupar Dios. Las imágenes o personas se convierten en ídolos cuando son objeto de adoración u ocupan el lugar que le corresponde únicamente al único y verdadero Dios.
La idolatría ocupa en la ley mosaica el primer lugar en la lista de los crímenes: “1Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: 2Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. 3No tendrás dioses ajenos delante de mí. 4No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.” (Éxodo 20: 1-5).
Dios prohíbe toda clase de ídolos o figuras y representaciones de criaturas, hechos o levantados con el fin de rendirles un culto: “15Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; 16para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, 17figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, 18figura de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra. 19No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. 20Pero a vosotros Jehová os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que seáis el pueblo de su heredad como en este día. 21Y Jehová se enojó contra mí por causa de vosotros, y juró que yo no pasaría el Jordán, ni entraría en la buena tierra que Jehová tu Dios te da por heredad. 22Así que yo voy a morir en esta tierra, y no pasaré el Jordán; mas vosotros pasaréis, y poseeréis aquella buena tierra. 23Guardaos, no os olvidéis del pacto de Jehová vuestro Dios, que él estableció con vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa que Jehová tu Dios te ha prohibido. 24Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso.” (Deuteronomio 4:15-24)
Desde la antigüedad, los paganos han tenido ídolos de toda especie y esculturas hechas de materiales diferentes como oro, plata, bronce, piedra, madera, barro, yeso, etc. Casi no hay objeto de la naturaleza que no haya recibido un culto de idólatra.
La necedad de la idolatría se manifiesta en los siguientes pasajes bíblicos:
- “18¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? 19El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata. 20El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva.” (Isaías 40:18-20).
- “9Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden. 10¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho? 11He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una.” // “12El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya. 13El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa. 14Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia. 15De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. 16Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; 17y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú. // 18No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender. 19No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol? 20De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?” (Isaías 44:9-20).
- “15Los ídolos de las naciones son plata y oro, obra de manos de hombres. 16Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; 17tienen orejas, y no oyen; tampoco hay aliento en sus bocas. 18Semejantes a ellos son los que los hacen, y todos los que en ellos confían.” (Salmos 135:15-18)
- “1Oíd la palabra que Jehová ha hablado sobre vosotros, oh casa de Israel. 2Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. 3Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. 4Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva. 5Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.” (Jeremías 10:1-5)
La idolatría consiste no solamente en el culto de falsos dioses, sino en la preferencia que se da, o la devoción que se consagra a cualquiera cosa que no sea Dios. Quienquiera que ama a este mundo o anda a la caza de las riquezas, de los honores, de la ambición, o que busca la satisfacción del egoísmo en cualquiera de sus formas, y por esa causa olvida o abandona a Dios, ese es un idólatra.
¿Qué nos dice la Biblia a los cristianos contra cualquier forma de idolatría?:
- “21Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.” (1° Juan 5:21)
- “8Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Apocalipsis 21:8)
LA VIRGEN MARÍA:
El nacimiento de Jesús: “26Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 32Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. 34Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. 35Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. 36Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; 37porque nada hay imposible para Dios. 38Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.” (San Lucas 1:26-38).
La Iglesia Católica Romana eleva a María al lugar de intercesora. Si estudiamos la Biblia veremos que el único intercesor entre nosotros y Dios es Jesucristo: “5Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, 6el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” (1° Timoteo 2:5) “6Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (San Juan 14:6)
Jesús mismo no le dio a María mayor jerarquía que la que le correspondía a una creyente fiel, además del amor y respeto natural que le correspondía por ser su madre. Analicemos Mateo 12:46-50: “46Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. 47Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. 48Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? 49Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 50Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.”
Es necesario entender que los santos y María son seres humanos que murieron y todavía no resucitaron. No necesitamos ningún otro intercesor ante Dios más que a su Hijo Jesucristo. A través de Jesús tenemos libre acceso a Dios. Lo que hace la teología romana es inculcar a sus fieles que María y los santos comparten la reverencia que le corresponde solamente a Dios. El Señor Jesús es el único que pagó con su sangre nuestro rescate y que luego resucitó de entre los muertos y que ahora está sentado a la diestra del Padre para interceder por nosotros. “12pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,” (Hebreos 10:12) “21Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” (Apocalipsis 3:21)
Estando Jesús como hombre sobre la tierra, nunca enseñó que iba a dejar intermediarios, ni aún a su madre María, simplemente porque ese no era el ministerio de su madre por el cual el ángel la llamó “bendita entre todas las mujeres”. “28Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 32Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” (S. Lucas 1:28-33)
De acuerdo a lo leído, María ejerció la maternidad de la humanidad de Jesús, dado que el Señor era cien por ciento Dios, pero también cien por ciento hombre.
Algunas corrientes religiosas enseñan con especial énfasis, que después de nacer Jesús, María continuó virgen. Estas corrientes sostienen que María en su vida matrimonial con José, no tuvo más hijos. Para hallar una respuesta bíblica, analicemos lo que se nos dice en la Palabra de Dios:
- “1Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. 2Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? 3¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.” (San Marcos 6:1-3)
- “19Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían llegar hasta él por causa de la multitud.” (San Lucas 8:19)
- “46Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. 47Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. 48Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? 49Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 50Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.” (San Mateo 12:46-50)
La pregunta clave en el tema de las apariciones de alguien que se llama a sí misma “la reina del cielo”, y que la gente ha presupuesto que se trata de la virgen María, es la siguiente: ¿Será realmente la virgen María quien se aparece, o se tratará de otra persona espiritual? Leamos:
- “16Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré. 17¿No ves lo que éstos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 18Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira. 19¿Me provocarán ellos a ira? dice Jehová. ¿No obran más bien ellos mismos su propia confusión? 20Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que mi furor y mi ira se derramarán sobre este lugar, sobre los hombres, sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; se encenderán, y no se apagarán.” (Jeremías 7:16-20)
- “15Entonces todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido incienso a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo: 16La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti; 17sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. 18Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambre somos consumidos. 19Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros maridos?” (Jeremías 44:15-19)
Pidamos a Dios que nos libre de cualquier tipo de idolatría o politeísmo.
EL REY DAVID:
Como lo hizo David, quememos los ídolos: “17Oyendo los filisteos que David había sido ungido por rey sobre Israel, subieron todos los filisteos para buscar a David; y cuando David lo oyó, descendió a la fortaleza. 18Y vinieron los filisteos, y se extendieron por el valle de Refaim. 19Entonces consultó David a Jehová, diciendo: ¿Iré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová respondió a David: Ve, porque ciertamente entregaré a los filisteos en tu mano. 20Y vino David a Baal-perazim, y allí los venció David, y dijo: Quebrantó Jehová a mis enemigos delante de mí, como corriente impetuosa. Por esto llamó el nombre de aquel lugar Baal-perazim. 21Y dejaron allí sus ídolos, y David y sus hombres los quemaron.” (2° Samuel 5:18-21)
LA TEOLOGÍA DE LA PROSPERIDAD: LA NUEVA IDOLATRÍA(2):
Es la enseñanza de que Dios siempre quiere que estemos sanos, y seamos ricos y prósperos; que la meta de la vida cristiana está en la prosperidad económica y la salud, y que si alguien no está sano y no es próspero, entonces es pecador, o le falta fe, o no ha confesado estas cosas usando las fórmulas correctas, los poderes correctos de la lengua.
No solo es idolatría la adoración de una imagen de piedra; es idolatría todo concepto de Dios que lo reduzca a menos de lo que Él es en realidad. En nuestra tierra está creciendo una falsa religión, y se llama “teología de la prosperidad”.
Este mensaje es un humanismo carismático que toma valores seculares y los recubre de enseñanzas cristianas, alegando que los verdaderos cristianos van a estar en la cima del sistema mundano, porque allí es donde merecen estar.
No les importa que el Señor dejara como única propiedad una túnica rota, que le tuviera que pedir a uno de sus discípulos que cuidara de su madre, que no tenía propiedad alguna, que no tenía casa, que no tenía dos pares de sandalias. Ciertamente su reino no era de este mundo, sino que estaba en los cielos. Nuestro Rey dijo: “19No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (S. Mateo 6:19-21)
En el África, en lugares como el Sudán, son tantos los cristianos asesinados por su fe, que deben estar creyendo que la tribulación se halla en su momento de mayor furor. Por alguna razón, los predicadores de la prosperidad no dicen mucho en aquellos lugares. Cuando por fin aparecen en la zona, lo hacen con cámaras que los presenten bendiciendo a los refugiados con alimentos y medicinas, además de añadir una línea en la que nos suplican que les enviemos más dinero para que puedan bendecir a aquella gente con más de su prosperidad. Ni uno solo de estos predicadores les podría decir a estas personas que sufren y agonizan que proclamen salud y éxito, y que después Dios va a responder a sus demandas. Ni uno solo de ellos le ha dicho a esa gente que la clave para desatar su fe es prometerle al predicador la cantidad “que Dios les ponga en el corazón”.
Si la teología de la prosperidad fuera realmente una doctrina procedente de Dios, los que la predican deberían considerar como deber cristiano suyo el ir a esos lugares para instruir a los que sufren en cuanto a su aplicación. Pero nunca lo hacen, porque no es cierta. El evangelio de la prosperidad es una falsificación. Si usted no les puede predicar un evangelio a todas las personas de la tierra, es que no se trata del verdadero Evangelio de Jesucristo. Es una religión falsificada.
El predicador cristiano de la prosperidad dice que, por el hecho de que somos hijos de Dios, Él quiere lo mejor para nosotros. Preguntan “¿Qué padre no les daría a sus hijos lo mejor que les pueda proporcionar? Entonces, ¡cuánto más nuestro Padre celestial, que nos dará de cuanto tiene para dar!” Después sacan a relucir unas cuantas docenas de historias de “éxitos”, y salen a relucir chequeras por toda la congregación.
Esta estrategia parece estar siguiendo el modelo de alguno de esos programas de mercadeo a multinivel que han cautivado a tanta gente. Estos programas ofrecen grandes riquezas, poder, prestigio y honores. Todas las reuniones tienen sus exuberantes líderes, sus testimonios de grandes éxitos… y también sus víctimas silenciosas.
Sí, es cierto que hay unos pocos que hacen una fortuna, pero la mayoría se meten en el programa (por lo general con un dinero que no tienen), corren a toda prisa tratando de reproducir los milagros de los que han oído hablar en la última reunión, atraen a unos cuantos amigos o conocidos, y terminan en bancarrota, desalentados y con un garaje lleno de jabón o de vitaminas.
Toda esta filosofía de visualizar y reclamar nuestra “herencia” no es más que ciencia religiosa mental. Es una religión falsificada. Es un producto de una mentalidad materialista occidental; una filosofía humanista que reduce a Dios a la condición de sirviente del hombre, un dios que el hombre puede manipular para conseguir sus propias ventajas egoístas. Es la nueva idolatría.
Tal vez Dios decida darle a usted bendiciones económicas, y creemos que Él ha llamado a algunos de esta manera especial. Pero no espere que lo haga porque usted lo reclama como si se le debiera; solo es un don que Dios les da a algunas personas. Ser rico no tiene nada de malo, pero comprenda que si Dios decide concederle la capacidad necesaria para ganar grandes cantidades de dinero, le está dando una terrible responsabilidad. Lo va a hacer responsable como administrador de lo que le ha dado.
Texto final:
“7El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. 8Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Apocalipsis 21:7 y 8)
(1) © El Pequeño Larousse Interactivo, 2001.
(2) Extraído del libro “Realidades sobre doctrinas falsas” de Ron Carlson y Ed Decker, Editorial Unilit, Miami Florida, año 2001.
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