Discipulado 1 - Primera Seccion: Introduccion al Discipulado
Lecciòn 2 - Principios del Discipulado
— Discípulo: Persona que recibe las enseñanzas de un maestro; alumno; educando. (1)
— Maestro: Persona que tiene por función enseñar.(2)
El deseo de todo discípulo es llegar a ser como su maestro, y el deseo de todo buen maestro es que su discípulo pueda llegar a ser un maestro como él: “40El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro.” (S. Lucas 6:40).
Se establecen las siguientes condiciones para ser “perfeccionados” como discípulos:
El discípulo debe tener una disciplina para aprender (estudiar, practicar e investigar).
Es decir, abandonar lo más importante que la persona tiene en su vida. Todo esto significa simplemente que mientras alguien se capacita con un objetivo, su prioridad es la capacitación.
La parábola del que va a edificar una torre y la del rey que va a marchar a la guerra establece el claro principio de que la persona que encara una determinada capacitación, una determinada carrera o aprendizaje se debe sentar primero para evaluar si está dispuesto a “renunciar a todo lo que posee”, es decir poner todo en segundo plano durante el tiempo que dure esa capacitación, asegurándose de tener la meta clara y poder llegar a concretarla.
Cualquiera que no sea capaz de hacer esto, va a ser un frustrado en su carrera.
Jesús, cuando se trata de la profesión mayor a que un hombre pueda aspirar: Ser Su discípulo para ser perfeccionado, descarta definitivamente a todo aquel que no es capaz de renunciar a todo lo que posee.
No sirve empezar con entusiasmo y luego no ser capaz de pagar el precio que requiere alcanzar la meta.
Un buen aprendizaje no se produce solamente mediante el estudio de la teoría, también se requiere la práctica: “6Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó;” (S. Mateo 21:6).
Un discípulo que crece es aquel que continúa sintiéndose discípulo durante toda su vida (a pesar de ser maestro de otros), dedicándose a la investigación constante y al aprendizaje permanente: “16Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16 y 17).
La fuente de nuestro aprendizaje es la Biblia (texto ya citado: 2 Timoteo 3:16 y 17).
La autoridad de un maestro no está en lo que dice, sino en que pone en práctica lo que enseña obteniendo resultados concordantes con sus palabras:
Jesús vivía lo que enseñaba a sus discípulos: “1En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,” (Hechos 1:1)
Un buen maestro es aquel que enseña con sabiduría y respalda sus enseñanzas con sus prácticas: “2Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?” (S. Marcos 6:2)
Un buen maestro no es aquel que solamente da instrucciones para que otros hagan las cosas, sino aquel que da el ejemplo con su acción: “1Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos.” (S. Mateo 11:1)
Si hubo un buen maestro y también buenos discípulos, cuando el maestro ya no está, los discípulos continúan la obra del maestro:
Los primeros discípulos continuaron haciendo exactamente lo que habían aprendido de Jesús, su Maestro: “42Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.” (Hechos 5:42)
Los buenos discípulos enseñan a que se continúe formando discípulos que lleguen a ser buenos maestros: “2Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.” (2 Timoteo 2:2)
Importancia del conocimiento:
Ciencia y todo conocimiento para ser capaces de aprobar lo mejor. “Pablo quiere que el amor de los filipenses se traduzca en habilidad para discernir y escoger lo que sea moralmente mejor. En consecuencia, su vida será transparente y pura, y no será ocasión de tropiezo para otros”(3) : “9Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento, 10para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, 11llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.” (Filipenses 1:9-11)
“Para que el conocimiento tenga valor, debe conducir a un cambio de vida y a una correcta manera de vivir. Su oración por los colosenses (1:9–14) tiene dos dimensiones: (1) que debían ser llenos del conocimiento de la voluntad de Dios a través de la sabiduría espiritual y el entendimiento, y (2) que debían llevar fruto en toda buena obra al crecer en el conocimiento de Dios. El conocimiento no existe solo para ser acumulado, debe darnos dirección para vivir. Pablo quiso que los colosenses fueran sabios, pero también que usaran su conocimiento. El conocimiento de Dios no es un secreto que solo algunos pueden descubrir, está disponible para todos. Dios no quiere que solo sepamos más acerca de Él sino que también pongamos nuestras creencias en práctica ayudando a otros”(4) : “9Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, 10para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;” (Colosenses 1:9 y 10). A su vez la sabiduría e inteligencia espiritual no solo nos hace llevar fruto en toda buena obra, sino que nos impulsa a continuar creciendo en el conocimiento de Dios.
La Biblia nos enseña que uno de las principales objetivos del conocimiento es aprender para crecer: “5vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” 2 Pedro 1:5-7.
Toda persona que es levantada en un ministerio dentro de la Iglesia, tiene como principal objetivo que otras personas conozcan a Dios. “Dios acusó a los líderes religiosos de no dejar que el pueblo lo conociera. Se esperaba que fueran líderes espirituales, pero se volvieron líderes de las malas acciones. El pueblo pudo haber dicho: «No debe ser malo si los sacerdotes lo hacen». El liderazgo espiritual es una responsabilidad muy grande. Ya sea que usted enseñe en la Escuela Dominical, trabaje en la oficina de la iglesia, o guíe un estudio bíblico, no tome a la ligera sus responsabilidades. Sea un líder que guíe siempre hacia Dios.(5): “6Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.” (Oseas 4:6). El pueblo fue destruido y el sacerdote fue echado.
La tradición religiosa nos impulsa a los ritos y las formas en las reuniones de la Iglesia, sin embargo, la Biblia nos enseña demasiado claramente que Dios no quiere ritos ni ceremonias, sino misericordia y conocimiento de Dios: “6Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.” (Oseas 6:6).
La gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos pueden guardar a salvo de falsos maestros, falsos profetas y falsos apóstoles (engañadores que andan engañando y siendo engañados: “13mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.” 2 Timoteo 3:13): “17Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. 18Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.” (2 Pedro 3:17-18).
La mente, es decir, el pleno conocimiento y racionalidad son requeridos por Jesús como forma de amar a Dios: “37Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” (Mateo 22:37).
El Espíritu Santo ha dotado a todos los creyentes de la capacidad de entender las cosas que provienen de Dios, lo que nos queda ahora es llenar la mente del conocimiento de la Palabra de Dios: “16Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.” (1 Corintios 2:16).
Responda las preguntas de repaso de cada lección, y, al finalizar la Lección 33, complete el Examen Final de la Materia y usted recibirá un Diploma de Aprobación de la Facultad Bíblica.