Discipulado 1 - Tercera Seccion: Fundamentos de la vida Cristiana
Lecciòn 19 - Parabola de la semilla y los corazones.
Lectura bíblica
“1Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar. 2Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: 3Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; 4y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. 5Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. 6Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. 8Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. 9Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.” (Marcos 4:1-9).
V.14 “14El sembrador es el que siembra la palabra.”
Por lo tanto, la “semilla” es la Palabra de Dios: “11Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios.” (Lucas 8:11).
El sembrar de Pablo en Éfeso durante tres meses en la sinagoga y, luego, dos años en la escuela de Tiranno, produjo como resultado todo lo que sucedió, producto de que la palabra del Señor crecía y prevalecía poderosamente: “8Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios. 9Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno. 10Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.” “11Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, 12de tal manera que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían. 13Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. 14Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. 15Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? 16Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. 17Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús. 18Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. 19Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. 20Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.” (Hechos 19:8-20).
Hemos nacido de nuevo por la “semilla” de la Palabra: “23siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 Pedro 1:23).
El reino de Dios es como una semilla, que si la siembras en tu corazón y la riegas, crecerá de tal manera que será imposible desarraigarla, e, incluso, será de bendición también para otros: “30Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? 31Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; 32pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.” (Marcos 4:30-32).
Nosotros no entendemos cómo crece la semilla, pero lo hace. No entendemos la manera en que la Palabra produce su fruto, pero lo hace. Pero no lo puede hacer si la Palabra no es sembrada, germina y genera una planta que produce frutos:“26Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; 27y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. 28Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; 29y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.” (Marcos 4:26-29).
Dios envía su Palabra en forma de semilla que debe ser sembrada para luego producir determinado fruto: “10Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, 11así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” (Isaías 55:10-11). “19Pero clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de sus aflicciones. 20Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina.” (Salmos 107:19-20). Cada semilla produce fruto según su naturaleza. Palabra de sanidad produce sanidad, palabra de paz produce paz, palabra de salvación produce salvación, palabra de provisión produce provisión, palabra de bendición produce bendición, etc.
Es importante “sembrar” la Palabra, pero también es muy importante “regarla”: “5¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. 6Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. 7Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. 8Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 9Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.” (1 Corintios 3:5-9).
V.1 “1Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar,…”
La manera de sembrar la Palabra es oyéndola y volviendo a oírla otra vez: “12Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. 13Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; 14sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. 15También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.” (2 Pedro 1:12-15). “1Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.” (Filipenses 3:1). Esto es así porque: “17Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17).
Si oro sobre la semilla no plantada no produce fruto, tal como leímos en Hechos 19:13 “Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo.” Debo plantarla y regarla. Puedes continuar viviendo de crisis en crisis orando con la semilla en la mano, pero también puedes sembrar la semilla de la Palabra en tu corazón, regarla y dejar que produzca frutos. Luego podrás ayudar también a otros.
V.15 “15Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones.”
Las dos preguntas claves son. a) ¿Cuál es el lugar donde se siembra la Palabra?: el corazón. b) ¿Cuánto tarda Satanás en venir a quitar la Palabra que se sembró?: en seguida después que la oyen.
Esto es así porque si la Palabra crece en tu corazón, el diablo ya no la podrá quitar, y comenzará a dar frutos.
V.16-17 “16Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; 17pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan.”
La necesidad y la emoción del momento en que reciben la Palabra hacen que la reciban con gozo, pero cuando vienen los “problemas por causa de la Palabra”, la Palabra se seca.
Por causa de que ha sido sembrada la Palabra, el diablo te manda problemas para que tropieces. Incluso, problemas que antes no tenías. Por ejemplo: 1) Antes tenías que pagar por la droga, pero ahora te la ofrecen gratis. 2) Antes no tenías la oportunidad de recibir coimas o robar en tu trabajo, pero ahora te la ofrecen. 3) Antes no te prestaban atención las mujeres, pero ahora se te ofrecen.
V.18-19 “18Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, 19pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.”
Cuatro cosas: 1) Los afanes, la ambición y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la Palabra y no produce fruto. 2) La semilla brotó y la planta está, pero está ahogada y no produce fruto. Te has transformado en un cristiano que no ha podido superar los problemas y las crisis. 3) Estos espinos crecen en la misma tierra que la Palabra de Dios: en el corazón. 4) Los espinos también crecen a partir de una semilla. El diablo también tiene “sembradores”: “24Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.” (Mateo 13:24-25).
En todos los casos las semillas son “las palabras”. La Palabra de Dios produce bendición, mientras que la palabra del diablo produce: raíz de amargura, derrota, muerte. Debemos tener cuidado de no permitir que se siembren estas palabras en nuestro corazón: críticas, chismes, negatividad, etc.
Debemos cuidarnos de los afanes, de la ambición y de las codicias de otras cosas, porque ahogan la Palabra de Dios.
V.20 “20Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.”
El evangelio de Lucas habla de los que “retienen” la Palabra: “15Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.” (Lucas 8:15).
Esta es la forma de que suceda lo que sucedió en Éfeso según leímos: “20Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.” (Hechos 19:20).
“Retener” es sinónimo de guardar, mantener, contener, quedarse con, almacenar, archivar, aferrar, absorber.
“Prevalecer” es sinónimo de predominar, imperar, imponerse, señorear, brillar, aventajar, superar, exceder, vencer, dominar, ganar.
Siembra la Palabra en tu corazón y riégala cada día: escúchala en la congregación, léela en tu casa, subráyala, estudia textos de memoria, repítela, y la Palabra vencerá tus problemas, tus miedos, tus depresiones, tus heridas, tu pecado. Todo desaparecerá sin darte cuenta: “31Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:31-32).
Entonces ya no vivirás atormentado por tus problemas y podrás ayudar a otros, porque estarás enteramente preparado para toda buena obra:“16Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16-17).
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